Cardo Máximo

La web de Javier Rubio: Columnas periodísticas, intervenciones radiofónicas, escritos…

Riñendo por un felpudo

EL AYUNTAMIENTO de Alcalá de Guadaira se ha metido de cabeza en la pugna por acoger la segunda tienda de Ikea en el área metropolitana, convertida para nuestros políticos locales en el Santo Grial capaz de hacer renacer las arcas escuálidas del municipio donde la multinacional sueca tenga a bien asentar sus reales. «Si Ikea tiene el dinero, Alcalá tiene el suelo», han mandado imprimir en el felpudo que le quieren poner a la República Independiente de Tu Casa. Y es verdad que lo tienen y en abundancia: 300 hectáreas urbanizadas y con todos los parabienes legales para que se instalen allí inversores que buscan buenas comunicaciones o proveedores cercanos.

Probablemente, el ofrecimiento de Alcalá de Guadaira sea más sensato desde el punto de vista de lo que los urbanistas llaman, con su punto de pedantería al dente, la «vocación natural de los suelos». Probablemente también, a estas alturas alguien le haya hecho llegar la oferta al comité estratégico o el consejo de dirección que tenga que decidir dónde radicar el gran parque comercial con el que los suecos quieren amarrar el retorno de su cuantiosa inversión. Probablemente también, todo esté moviéndose ahora mismo por debajo de la superficie hasta que llegue el momento oportuno de descubrir las cartas.

Dejando de lado tantas probabilidades, lo seguro es que la decisión de hacer pública la disponibilidad de terrenos en el municipio vecino tiene una clara intención política –Alcalá está en manos socialistas– para devolvérsela a Zoido alcalde, que ufano anunció el desbloqueo del proyecto con la firma de un protocolo de intenciones. Donde las dan, las toman.

Y lo más seguro de todo es que los suecos, en su cuarteles generales de Agunnaryd, en la provincia de Småland, se estarán frotando las manos ante la aparición de una alternativa a los suelos de San Nicolás Oeste en los que iban a instalarse. Tantas facilidades les estamos dando que acabarán por ahorrarse un buen pellizco cuando vayan a comprar los terrenos si saben jugar sus bazas. En un mercado laboral deprimido, con suelo en abundancia sin encontrar comprador, la multinacional puede apretar cuanto quiera no sólo a dueños y promotores, sino también a socios.

La lástima es que ni Sevilla ni Alcalá pueden permitirse el lujo de escoger entre varias Ikeas llamando a su puerta para que fueran ellas las que se pelearan por instalarse aquí en vez de ser los suecos los que nos echan a reñir a nosotros.


23/2/12

 


Comentarios

Deja un comentario