Cardo Máximo

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Zoido se mete en campaña

No hay nada como la inminencia de unas elecciones para que los políticos se pongan a trabajar en firme. En especial, si son políticos como Juan Ignacio Zoido, un ‘killer’ electoral que encuentra su mejor versión en la arena de la campaña antes que en la soledad del despacho del poder resolviendo cuestiones pendientes, como hemos venido viendo desde hace ocho meses.

Pero ha sido divisar en lontananza las autonómicas de dentro de un mes y Zoido ha dado cuatro golpes de efecto en la misma semana sin solución de continuidad: ha liquidado la deuda con la promotora Sacyr por la construcción de las ‘setas’ de la plaza de la Encarnación abonando la factura pendiente de los últimos 11,5 millones de euros que reclamaba la constructora; ha prometido un mercado de exquisiteces en las naves del Barranco; ha desbloqueado la construcción de un gran polo comercial en los terrenos de El Higuerón (frente a la planta de Reanult en San Jerónimo); y ha firmado, con todas las bendiciones del secretario municipal, un protocolo de intenciones con los propietarios del suelo donde Ikea quiere construir su segundo establecimiento en Sevilla.

Todo de una tacada. Y aún le ha dado tiempo para adornarse con la Copa Davis ganada en la ciudad por el equipo nacional al lado del Rey y anunciar la cripta bajo la que se exhibirán los restos arqueológicos del patio de Banderas.

Con semejante tarjeta de visita, Zoido tiene media campaña electoral hecha puesto que él mismo es quien tendrá que medirse con el actual presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, que encabeza la lista remendada y parcheada del PSOE sevillano en las elecciones del domingo de Pasión.

Zoido sabe que todo su partido estará pendiente de él el 25 de marzo. Y que todo lo que ha conseguido el PP hasta ahora en Andalucía (dos victorias históricas sobre el PSOE, la gobernación de todas las capitales y la mayor parte de los municipios grandes a excepción de Dos Hermanas), con ser mucho no basta si se queda en la orilla de desbancar al PSOE del Gobierno autonómico después de treinta años de ejercicio hegemónico y –por lo que estamos viendo- fraudulento del poder.

Por eso, Zoido ha acentuado su perfil de gestor a un mes vista de las elecciones, al objeto de que el electorado lo identifique a él y a las siglas que representa con una opción preocupada por el empleo y que consigue acuerdos con quien sea menester para garantizar el futuro económico de la ciudad.

No es casualidad que todos y cada uno de esos acuerdos de la última semana llevaban como encabezamiento destacado la cifra de empleos previstos: 100 en el mercado gourmet, 700 en la pomposamente llamada Ciudad de la Imagen y 7.000 en la gran superficie comercial de Ikea. Poco importa, en estos momentos, que esos números sean sólo cálculos muy aproximados o la calidad de los empleos. La campaña electoral no es sitio para entrar en esas disquisiciones: sólo el brochazo gordo de los casi 8.000 puestos de trabajo que se van a crear de aquí a un par de años gracias a la gestión de Zoido.

Porque ese rasgo individualista de personificar en el alcalde todas las excelentes noticias para Sevilla y descargar en la responsabilidad de los delegados todas aquellas negativas también está premeditadamente buscado: no hay más sol que Zoido en el Ayuntamiento que alumbra los grandes logros de su gestión en estos ocho meses.

Ante este alud, los socialistas bien poco pueden oponer. El grupo municipal del PSOE ha levantado algo la voz como esos cazadores que se apuntan el tanto de haber visto primero la presa, aunque después tengan que admitir que ha sido el compañero quien se haya cobrado la pieza con sus certeros disparos. Sí, Monteseirín estuvo pasteleando lo mismo que Zoido –y casi seguro que con los mismos actores económicos- en el mercado de entradores del Barranco, en  los suelos del Higuerón y en los terrenos donde Ikea pretende instalarse. Pero no remató ninguna de esas cuestiones, que dejó vivas para que ahora su sucesor se apunte el tanto.

Hay un detalle, maquiavélico si se quiere denominar así, que no conviene pasar por alto. Al presentar la última factura abonada a Sacyr por el mirador con barras de bar de la Encarnación (11,5 millones de euros) enfrentada a la inversión necesaria (50 millones) para construir los tres kilómetros de ramal de la SE-35 que Ikea ha puesto como condición ‘sine qua non’ de su gran apuesta comercial, el electorado puede hacerse una idea de qué hubiera sido de haberse destinado a fines más productivos el mucho dinero gastado en el (más que discutible) ornato de los espacios públicos de la ciudad.

Ikea o las ‘setas’: esa es la opción implícita que Zoido está inteligentemente planteando al electorado una vez que se ha metido en campaña.

20/2/12


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