EL ALCALDE Monteseirín se va a despedir repartiendo medallas de la ciudad a espuertas en el ‘cash and carry’ de distinciones y honores que ha montado en Sevilla durante sus tres mandatos consecutivos. Si usted no tiene su medalla o no conoce a nadie cercano que la haya recibido en este tiempo será porque no ha pasado por el andén de la Plaza Nueva el día que las reparten. Hay medallas para dar y para regalar: doce se van a conceder el día de San Fernando, después de que las urnas hablen. No son ni de tómbola, sino de bingo. De bingo de hermandad, que al que canta línea le endiñan uno de los paquetitos de café de regalo que trajo uno de la junta de gobierno que trabaja en Catunambú.
Este año, Monteseirín se ha superado: entre todos los galardonados es imposible encontrar quien haya escrito más de un folio entero en su vida. Ahora bien, caballos hay para una película del Oeste. Y sí, la cuota cultural se reparte entre la Feria del Libro y la Obra Social y Cultural de Cajasol, que viene a ser como hacerle los honores antes de que la entierren del todo en el batiburrillo de la Banca Cívica, los accionistas de referencia y las agencias de calificación. ¿Puntuará al alza la medalla de Sevilla en los ratings de Fitch, Moody’s o Standard & Poor’s?
De otros de los galardonados cabe preguntarse si no tenían ya la medalla de marras. A Petro Valverde le habrán dado agujas de oro y alfileres de plata como para vestir a una virgen dolorosa y al tabernero Robles le habrán regalado ya una vajilla entera por fascículos como esas que se entregan con los periódicos.
Otras distinciones son enternecedoras como esas medallas para las hermandades rocieras de Sevilla Sur y el Cerro del Águila por el vigesimoquinto aniversario de su fundación. ¡Y a las que están por cumplir dos siglos ya se les honrará cuando les toque! Las medallas rocieras -qué redundancia, con lo que le gusta a los romeros una medalla- inciden en su mijita de incongruencia con la aconfesionalidad del Estado porque a ver cómo se come eso de que desde el Ayuntamiento, «además de la efemérides, se quiere reconocer su labor pastoral y social en los barrios». ¿Pastoral?, ¿un premio oficial por dar bien la catequesis a los comulgantes? Pues para ser comecuras, bien que lo disimulan.
Y luego están los líderes vecinales, la cantaora flamenca, los culturetas, la cuota solidaria y el estrambote que supone distinguir con el mayor honor a los tres diputados constituyentes de 1812 nacidos en Sevilla. Ven como ya queda menos para que se acuerden de Hermenegildo y lo hagan hijo predilecto…
26/4/11
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