El prefecto del dicasterio para la Cultura llamas a las hermandades a ser «apóstoles no del yo, sino de la palabra nosotros» en una conferencia deslumbrante
«¿Dónde está tu hermano?». La pregunta de Yahvé a Caín resonó en la Catedral casi 37 años después que la formulara el arzobispo Amigo en el funeral del concejal Jiménez-Becerril y su esposa, asesinados por ETA. Y volvió a ser, en boca del cardenal De Mendonça, tan profética como entonces.
El prefecto del Dicasterio para la Cultura ofreció una ponencia deslumbrante de principio a fin. En teoría iba a ceñirse a la formación en las hermandades, pero desplegó una visión que nada tiene que ver con la alicorta exposición de temas históricos y/o litúrgicos en nuestras hermandades.
El cardenal poeta portugués reclamó que «una de las conclusiones de un congreso como este podría ser un pacto en torno a las cuestiones decisivas». Ahí es donde deslizó la cuestión de la fraternidad en un mundo fragmentado, de conocimientos especializados y polarizado. «¿Dónde está tu hermano?», se preguntó antes de responderse con palabras del Papa sobre «dictadura y globalización de la indiferencia».
Poeta y filósofo, De Mendonça compuso una hermosa reflexión en torno a las palabras ‘fraternitas’ y ‘pietas’ que señalan el camino a los cofrades, a los que propuso ser «apóstoles no del yo sino de la palabra nosotros» en respuesta al tiempo «narcisista de los selfies» en el que «’yo’ se torna la palabra decisiva».
Vulnerabilidad
Se detuvo especialmente en la percepción de la propia fragilidad, la vulnerabilidad propia y la de los demás «para la que la sociedad no nos prepara». Llegó a decir que la pandemia nos había despertado del «culto idolátrico al progreso» para descubrirnos «analfabetos ante la vida».
En su opinión, se hace necesaria una «mirada más global, más atenta, más atravesada por los valores evangélicos», que nos lleve al «redescubrimiento humilde, esperanzado, de lo que somos juntos». Y ahí entran en juego de nuevo las hermandades, que ve como «maestras en esta formación de humanidad, en esta necesidad de trasmitir una sabiduría humana».
La conferencia estuvo plagada de referencias intelectuales de primer orden: María Zambrano –«sólo el amor es capaz de reinventar el mundo»–,
Ortega y Gasset, Zygmunt Bauman, Etty Hillesum y hasta Quevedo en su poema ‘Busca en Roma a Roma, ¡oh peregrino!’ para rematar con una reflexión muy certera: «¿Qué es lo que parece fuerte y monumental y en realidad es precario y efímero? ¿Qué parece precario y frágil y en realidad está destinado a ser eterno? La respuesta a estas preguntas ayuda a edificar caminos, ayuda a convertir hoy nuestras opciones, alineándolas en esta época con las de Cristo». La ovación con que fue acogida la charla fue clamorosa.
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