El alcalde de Villava, la población navarra donde nació el ciclista Miguel Indurain, acudió hace unos días a un homenaje que los entrañables amigos le tributaban a unas cuantas alimañas etarras entre las que se encontraba Txetxu Barrios, uno de los tipejos del comando que alevosamente mató al concejal Alberto Jiménez-Becerril y a su mujer, Ascensión García Ortiz, el 30 de enero de 1998. Peio Gastearena, el regidor elegido en una candidatura de Bildu, se justificó diciendo que había ido a título individual a pedir respeto para los derechos de los presos y sus familias. Bien pronto, vendrán con el respeto al derecho de los pueblos a autodeterminarse. Ojalá nunca llegue el día en que un embajador abertzale de Euskal Herria se reúna con el alcalde de Sevilla para pedirle que baje a Alberto y a Ascen del callejero de la ciudad si no quiere provocar un conflicto diplomático. Ya nos tocó poner los muertos, ¿ahora también nos va a tocar poner el oprobio y la humillación?
Follow @javierubrod(Minuto de oro, ABC Punto Radio 22/10/12)


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