Cardo Máximo

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Un relevo prometedor

MIGUEL RUS es, desde ayer, el nuevo presidente de la patronal sevillana. Si los empresarios aciertan con su nombramiento no es algo que pueda dilucidarse en estos momentos ni vaya a ser objeto de esta columna, pero desde luego cumple todos los requisitos que su antecesor en el cargo, Antonio Galadí, enunció cuando se fue hartito de coles a la mañana siguiente del pinchazo electoral del PP: «Joven, honesto, empresario de verdad, sin filiación política, cuyo negocio no dependa de los favores de la Administración y dispuesto a dar la cara por Sevilla».

Y, en efecto, Miguel Rus tiene la juventud de quien no ha llegado (aunque ande cerca) a la plenitud de la madurez que se sitúa en la cincuentena; es honesto, porque no se le conoce ningún escándalo ni ningún pufo en la gestión de su empresa, lo cual es suficiente acreditación en los tiempos que corren; es empresario de verdad porque se hizo cargo de la compañía familiar que fundó su abuelo y no uno de esos volatineros emperrados en darle el pase a la empresa y trincar las perras; carece de filiación política, aunque el hombre pueda tener sus simpatías, como se ha apresurado a recordar con la colección de fotos de su compañía en la mano: desde Primo de Rivera en adelante, las tiene con todos los que han gobernado este país; el resultado de explotación de su compañía no depende del favor de la Administración sino de la adjudicación en licitaciones reñidas con sus competidores; y se le supone dispuesto a dar la cara por Sevilla.

Exactamente, darla para que se le partan, que es a lo que se expone desde ahora mismo. Y no precisamente los sindicatos o los partidos de izquierda que ven siempre en los empresarios al adversario, sino muchos de los suyos, de esa especie tan sevillana de los hipocritones que van repartiendo ojana por delante y puñaladitas traperas por la espalda. Esa gente que se desahogará en las barras de los bares largando fiesta contra él por haber tenido el atrevimiento de sacar la cabeza. Algo de todo punto imperdonable en Sevilla.

Miguel Rus tiene experiencia, no obstante. Como presidente de Gaesco se atrevió a denunciar, en medio de la negociación de un convenio laboral a cara de perro, que había obreros que se subían al andamio bajo los efectos del alcohol y/o las drogas. ¡La que le cayó encima! ¡Y la de compañeros que recularon para dejarle a él todo el foco del escándalo!

Así que nada más que por aquel episodio, ya resulta prometedor: ir de frente es un acto subversivo en esta ciudad cobardona. Y necesitamos a tanta gente que diga lo que piensa de verdad sin miedo a represalias…

24/5/12


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