Cardo Máximo

La web de Javier Rubio: Columnas periodísticas, intervenciones radiofónicas, escritos…

Presumiendo de Moneo

EN MI PUEBLO, que es Sevilla, tenemos dos moneos. Sí, también tendremos talentos musicales por descubrir y otras tonterías en las que echar el rato y distraernos, pero tenemos dos edificios construidos por el arquitecto Rafael Moneo, último premiado con el Príncipe de Asturias de las Artes. A lo mejor alguien cae en la cuenta de que es motivo de orgullo que la ciudad reúna dos obras del maestro indiscutible de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX y se equivoca y le da por promocionarlo. O se saca de la manga un recorrido turístico por las grandes construcciones y se convierte en destino de amantes de la Arquitectura como el Tel Aviv de la Bauhaus, la Barcelona del modernismo o la Finlandia de Alvar Aalto. Resulta que el viaje a tales sitios es insustituible si se quiere admirar in situ buena arquitectura.

En este punto, debo confesar mi predilección por el edificio de la Previsión Española del paseo de Colón, la gran contribución de Moneo –un arquitecto discreto en sus modos y hasta en sus proyectos– al paisaje urbano de la ciudad. Si Arcadi Espada se emociona con la mole de L’ Illa  en la Diagonal de Barcelonal, a mí me pasa con ese chaflán en forma de quilla de barco construida con algo tan modesto y tan nuestro como el ladrillo visto y los altorrelieves en bronce. Y no sólo por el juego de líneas horizontales contrapuestas a la verticalidad de la Giralda, sino por lo que representa como una de las escasas apuestas de una cierta burguesía ilustrada por dotar a la ciudad de una monumentalidad acorde con los tiempos en que se construye. Cuando la Previsión Española era la punta de lanza de esa burguesía sevillana que un día soñó con un banco en vez de con troncos enjaezados y ganado bravo, se atrevió a hacerle el encargo a Moneo a primeros de los años 80 del pasado siglo en medio de la desolación durante la que la ciudad dormitaba la siesta sin ningún heroísmo. Ese es el simbolismo que encierra ese edificio del paseo de Colón que parece haber estado allí toda la vida y que todavía no ha cumplido la treintena.

Y si me gusta la sede hoy de Helvetia –a la que hay que agradecer que haya establecido su domicilio fiscal en Sevilla, pese a todo– es por la discreción con la que pasa, por la pretendida carencia de estridencias para llamar la atención, por ponerse al servicio de un paisaje inigualable aun a costa de pecar de prudente, por la vocación de mimetismo sin renunciar a su propia identidad. En la parrafada anterior están las claves de por qué presumir de Moneo invalida para hacerlo de Zaha Hadid, de César Pelli o de Jürgen Mayer.  Ustedes me entienden.

11/5/12


Comentarios

Deja un comentario