Por ahí en el extranjero tienen la sana costumbre de preguntarse si debe llevarse a cabo un proyecto con ribetes de controversia antes de ejecutarlo y gastarse la millonada que no tienen. En Helsinki, una de las capitales más cívicamente aburridas, el equivalente a la junta de gobierno municipal ha decidido rechazar la construcción de un museo Guggenheim que apoyaban hasta ahora el alcalde de derechas y los ecologistas que lo apoyan. Pero éstos han cambiado de opinión y finalmente no se construirá el museo, con un coste de 140 millones de euros (algo más que nuestras setas) porque la gente de allí entendía que era demasiado caro. Así que se van a ahorrar los 4,8 millones del proyecto y las regalías que tenían que haber abonado antes de empezar. Qué envidia de cívico aburrimiento.

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