Cardo Máximo

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El santo que se inventó la Expo

MAL EMPEZAMOS si lo que se propone para conmemorar en el vigésimo aniversario de su inauguración es el “milagro” de la Expo, como dice el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Sevilla, Juan Espadas. Porque aquello no fue ningún prodigio bendecido por la mano de ningún demiurgo, sino el esfuerzo colectivo de muchísima gente que hizo posible albergar una exposición universal en la ciudad más pequeña y con menor renta per capita de cuantas han celebrado una. ¿O es que no somos capaces de repetirlo? Claro, para ello hubo que sacrificar demasiados controles y retorcer demasiadas leyes, pero eso ya lo hemos repetido muchas veces y no vamos a reiterarnos una vez más.

Quiere el PSOE municipal que se apruebe una moción en el pleno municipal felicitando a cuantos hicieron posible la celebración de la muestra universal. Eso se llamar agradecer los servicios prestados… con veinte años de retraso. Algunos –y no pocos- no van a poder estar cuando se pase lista.

Empezando por el ingeniero de Caminos, Canales y Puertos (joé, ya está bien con la bromita de llamarle “albañil” a todo un señor ingeniero con puente –el de Los Remedios- en Sevilla, ¿a ver cuántos pueden decir lo mismo?) Jacinto Pellón, al que ese mismo pleno al que se le propone honrar a los trabajadores de la Expo podía levantarle el castigo de “persona non grata”. O que todos los que ensalzan su, cuando menos, controvertida gestión hubieran programado un homenaje en su memoria en vez de estar llorando siempre con la misma cantinela de la ingratitud de Sevilla. ¿También les ha pillado de sopetón y en babuchas el aniversario como a Zoido?

En todo cuanto rodea a la efeméride hay mucho de oportunismo, arrobas de nostalgia y melancolía por los tiempos felices y mucha patética reivindicación política. ¡Presentar a Alfonso Guerra como impulsor de la Expo, ay Dios mío, qué cosas hay que oír! Aquello se hizo a pesar de unos cuantos que se sentaban en el Consejo de Ministros de la época.

Puede que todo el guirigay de estos días esté enfocado a homenajear a Felipe González, santo laico del socialismo patrio, al que van a agradecer su intervención exactamente con los mismos argumentos que usaban sus detractores: la Expo se hizo en Sevilla porque el presidente del Gobierno era de aquí. Lo que implica una discrecionalidad en las inversiones que los sevillanos no deberíamos admitir ni de broma. Salvo que lo que se busque sea dar por bueno el “milagro” para canonizar en vida a Felipe González. ¡Haber empezado por ahí, hombre!

18/4/12


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