Los balances de la Semana Santa –el recuento de las que se quedaron sin salir, las marchas que se estrenaron, las innovaciones florales- son cosa de los periódicos y los medios informativos. Uno por uno, todos nosotros hacemos otro balance. Sólo un año más, nada menos que un año menos. Así de dura es la reflexión que acompaña el fin de la Semana Santa, esa que no vemos de niño, que consideramos ofensiva en la adolescencia, que ni nos planteamos en la juventud y que sólo empieza a cobrar sentido en la edad madura. Descontados los primeros años y los últimos de la vida, la esperanza de gozo cofradiero del sevillano al nacer se reduce a medio siglo. Dos Jueves Santos seguidos in albis, dos Viernes Santo consecutivos sin el Cachorro se presumen demasiada frustración en la corta colección de fugaces instantes que es el catálogo personal de las Semanas Santas vividas. Ya queda menos. Para todo. Feliz Pascua de Resurrección.
8/4/12

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