Hemos convertido la Semana Santa en algo tan exquisito, tan formal y serio, que hasta hemos borrado los nombres corrientes y molientes con que el pueblo llamaba a sus cofradías de toda la vida al tiempo que se han popularizado otras expresiones aberrantes como ‘el Sentencia’ o ‘el caballo de Triana’: cada tiempo tiene su vocabulario. Las redes sociales –que los capillitas han tomado al asalto– suplen ahora a la Academia a la hora de fijar las palabras, lo que no está claro es que den esplendor. Pasó el Lunes Santo con el Beso de Judas, nombre que parece ya definitivamente olvidado en beneficio del más catequético (y aséptico) de la Redención y volvió a suceder el Martes con la Bofetá, convertida –valiente paradoja, con la de blasfemias que se oyen a diario– en el Dulce Nombre. Al de las Cigarreras –ya le pone empeño la hermandad– le queda un cuarto de hora. Por incitar al consumo de tabaco, vamos.
Follow @javierubrod5/4/12


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