Cardo Máximo

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¿Y ahora se va a poner a llover?

LA PREVISIÓN meteorológica de la Semana Santa se vocea ahora por las redes sociales como antes se hacía con los periódicos de papel por la calle, cuando no había quioscos y sí miles de pordioseritos que se ganaban una perra chica por cada ejemplar que vendían. Ha sido colgar la predicción para las dos próximas semanas y no habrá ya capillita que no se haya enterado de que la probabilidad de chubascos se concentra entre el Viernes de Dolores y el Lunes Santo. Es un signo de los tiempos. En el doble sentido: lo habitual es que la primavera entre con inestabilidad atmosférica y propicie jornadas de chaparrones; lo actual es que nos adelantemos todos a lo que ha de suceder y nos pongamos a pontificar del porvenir como si nos fuera dado saber qué deparará. Para qué andarnos con disimulos: esta misma columna, sin ir más lejos.

La meteorología es una ciencia (para nada exacta, eso no hace falta ni decirlo) que ahorra miles de millones de euros con sus pronósticos: los aeropuertos saben si habrá niebla a la mañana siguiente, los ferroviarios si se encontrarán nieve sobre los raíles por la noche, los agricultores si conviene esperar unos días para la sementera, los gestores de embalses si conviene ir abriendo las compuertas y los hoteleros si se les van a caer las reservas ante un fin de semana desapacible. Anticiparse a meteoros adversos forma parte de la gestión ordinaria de servicios públicos, negocios e inversiones en las que están en juego vidas humanas en el peor de los casos y dinero, cuando menos. Así que a todos ellos les conviene saber cuanto antes el tiempo que hará para prever las contingencias oportunas.

Pero, ¿a las cofradías qué más les da? ¿Alguna va a dejar de comprar los claveles porque se avecina una borrasca?, ¿hay alguna hermandad que deje de contratar a los músicos si intuye la lluvia dentro de catorce días?, ¿deja algún prioste de montar los pasos o fundir la cera?, ¿se suspende el reparto de papeletas de sitio?, ¿el diputado mayor de gobierno se ahorra la confección de las listas? ¿A que no?

Pues entonces, queridos cofrades, dejad de atormentaros con el pensamiento del titular. El Jesús del evangelio hispalense diría: ‘Cada día tiene su afán y su propio chubasco. Ya se verá si salimos cuando llegue el momento. Para qué sufrir hasta tanto’.

22/3/12


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