UN MOMENTO, alto ahí. Si para dejar de usar los coches oficiales, el equipo de gobierno municipal ha tenido que negociar a brazo partido con los sindicatos para que la plantilla de chóferes consintiera en pasarlos a otros servicios en vez de estar mano sobre mano esperando a que el delegado de turno acabara la maratoniana reunión, por lo demás perfectamente improductiva, es que hemos perdido todos el oremus.

Quien mejor lo sabe –por partida doble– es monseñor Asenjo, al que le han replicado con que los encargos de mantos y enseres procesionales contribuyen a mantener variados oficios de artes menores suntuarias que de otra manera se irían al garete. Seguro que esta gente era capaz de salirle al paso al mismo Jesús cuando expulsó a los mercaderes del templo con que tan exagerada reacción comprometía el futuro del sector avícola porque se hundiría el precio de los pichones para sacrificios.

El ahorro de 300.000 euros anuales se va a concentrar en pluses y horas extras que los chóferes iban acumulando aunque los vehículos se quedaran en el garaje sin repostarlos. Un verdadero dineral si se aplica el detalle al cálculo. Una sencilla operación revela el verdadero rostro del dispendio en que incurría el Ayuntamiento sin que a nadie se le desencajara un músculo del rostro: los 300.000 euros divididos por la cifra redonda de 300 días (descontados vacaciones y domingos), da un gasto de 1.000 euros diarios. Sin contar combustible ni el prorrateo obligado de amortizaciones, seguros y mantenimiento de la flota.

Con 1.000 euros al día, se puede abonar 100 carreras de taxis a una media de diez euros por trayecto. Las cien carreras de taxi diarias (descontados domingos y días festivos como se indicó antes) darían para que cada uno de los 33 concejales de la corporación pudiera costearse hasta tres desplazamientos por jornada y supondría una inyección económica para el sector, tan necesitado.

No les digo nada si en vez de ir cómodamente en taxi a su despacho oficial, los concejales acudieran a trabajar en autobús con un bonobús sufragado por el Ayuntamiento o, aun más barato, en bicicleta de alquiler a razón de 25 euros anuales por barba. Aunque lo más probable es que esto también requeriría de una negociación sindical. Hasta ahí podíamos llegar.

14/3/12