ESTE ES EL DÍA en que nos hemos encontrado con dos auditorios de 3.000 localidades, construido cada uno en una punta de la ciudad, a los que vamos a destinar 200 millones de euros mal contados cuando estén listos. Mal contados porque todavía no se sabe exactamente por cuánto va a salirnos esta doble broma pesada del auditorio de Fibes en Sevilla Este (va ya por 112 millones desde los 78 iniciales) y el auditorio de la SGAE (va ya por 71 desde los 30 en que se proyectó más otros 11 para equipamiento más ni se sabe para ponerlo en marcha) en la isla de la Cartuja. Ni en la peor de las pesadillas podía haberse imaginado tal derroche por duplicado.
Doscientos millones de euros en dos obras redundantes y de muy difícil retorno de la inversión. Eso se llama eficiencia en el gasto, pero está claro que a ninguno de los avispados que pusieron en pie esta locura se les puede pedir ya cuentas: el PSOE hizo el inmenso favor de ahorrarle a los sevillanos tener que deshacerse de Monteseirín y los medios de comunicación hicieron lo propio con la SGAE para echar a Teddy Bautista. Zoido paga y la nueva junta directiva de la Sociedad de Autores venderá o alquilará o hará lo que pueda para desprenderse de un espacio escénico ruinoso. ¡Y todavía tiene el cuajo el consejero Recio de decir que «Andalucía no necesita falsas promesas ni proyectos faraónicos»! ¡Como que ya están construidos!
Se ve que a este hombre todavía no le ha entrado el ataque de sensatez que empieza a percibirse en general. Dice el portavoz de la junta de transición de la SGAE que el auditorio Al Andalus se proyectó de espaldas a la ciudad sin tener en cuenta que en el Palacio de Congresos y Exposiciones se estaba levantando otro de parecido tamaño. Es verdad. Como lo es que el ex alcalde Monteseirín alentó, jaleó y aplaudió esa oferta por duplicado sin decir ni media palabra.
Hay una cuestión inquietante sobre la que nadie ha podido, de momento, dar una explicación racional: cuánto tiempo tardará hasta que se recupere la inversión en el auditorio de Fibes. Cuántos macrocongresos de los que llenan un auditorio de 3.000 plazas tienen que organizarse al año para que el disparate de haber construido a la vez dos plenarios con esa capacidad haya compensado al contribuyente. Aún sigo esperando una respuesta.
Follow @javierubrod8/3/12


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