EN LA PLAZA ROJA de Moscú, un tanque T-34 de la Gran Guerra Patriótica desfila con honores en una parada retro en conmemoración del septuagésimo aniversario de la parada militar ante el Kremlin con que el Ejército Rojo elevó la moral ciudadana antes de enfrentarse a la Wehrmacht a las puertas de la capital soviética. En Rusia sucumben con relativa frecuencia a la nostalgia por el imperio perdido, pero la persistencia por vivir la ensoñación del pasado no es, ni mucho menos, exclusiva de allí.
Aquí, en Sevilla, sin ir más lejos, el Instituto municipal de la Cultura y las Artes de Sevilla se ha enfrascado en la organización de una exposición conmemorativa de la Operación Clavel, grabada a sangre en la memoria sentimental de la ciudad desde que pocos días antes del sorteo de Navidad de 1961 una avioneta se estrellara causando una veintena de muertos entre el público que esperaba jubilosa la llegada de la caravana de auxilio a los damnificados en la última gran riada de la ciudad, la del Tamarguillo, que cambió para siempre la fisonomía de Sevilla.
Por todo ello no puede sorprender a nadie que, en paralelo a la petición de documentos y fotografías de época de aquel lluvioso otoño de 1961, el Ayuntamiento de Sevilla se haya lanzado a patrocinar a gran escala una Operación Kilo con la Copa Davis como excusa para el bienintencionado propósito de llenar los almacenes del Banco de Alimentos con 25.000 kilos de alimentos no perecederos.
El empeño es más que loable y la participación de los clubes deportivos de la ciudad es digna de encomio, pero cuesta creer que todo el margen de maniobra del consistorio para paliar las estrecheces –«El hambre la tenemos aquí, ya no está lejos», ha dicho recientemente Juan Pedro Álvarez, gerente de la ONG– de los sevillanos sea repartir pulseritas con los colores de la rojigualda a cambio de un kilo de legumbres . No hay quien le quite a esta versión ampliada de las operaciones Carretilla que organizan las hermandades por Navidad el inconfundible aroma de otros tiempos de penurias y escasez como en esas fotos en blanco y negro de la Operación Clavel, cuando todo el aparato del Estado franquista con la celebración de los XXV Años de Paz en el horizonte tenía que confiarse al radiofonista Bobby Deglané para allegar recursos a las víctimas.
Visto así, tampoco resulta tan extraño que a los rusos les dé por volver por unas horas al pasado mientras los T-34 atufan con humo negro la Plaza Roja. Aquí, las operaciones kilo se adornan con un clavel.
javier.rubio@elmundo.es
8/11/11

Deja un comentario