¿DE VERDAD alguien pensaba que la Junta de Andalucía iba a acometer las obras de las líneas 2, 3 y 4 del metro de Sevilla no ya a lo largo de 2012 sino del lustro venidero? ¿Quedaba alguien tan ingenuo como para no advertir que la ruina que tenemos encima imposibilita cualquier inversión mínimamente importante? En Málaga estaba anunciada la inauguración de sus dos primeras líneas del metro para las 11.11 del día 11 de noviembre del año 2011 (aniversario del armisticio que puso fin a la Gran Guerra, por cierto), pero se aplazó hasta nuevo aviso: nunca antes del primer trimestre de 2013. Y en Granada no se sabe cuándo se van a terminar las obras eternas del Camino de Ronda. ¿Y queremos que nos construyan a nosotros las líneas que faltan? ¿Estamos ciegos?
El ex consejero Jaime Montaner, por el que no pasan los años, dijo una vez que la autovía A-92, espinazo de la comunidad autónoma, era, por sí sola, razón más que suficiente para justificar la autonomía. A la Junta de los pelotazos inmobiliarios y la lluvia de inversiones para la Expo 92 le costó Dios y ayuda terminar aquella obra, tan llena de baches como de maletines que iban llenos y volvían vacíos.
Ahora que una Junta de Andalucía anémica ha entregado la cuchara de la construcción de la línea del AVE entre Sevilla y Málaga –de la que se hará cargo la Administración central– habrá que colegir, siguiendo a Montaner, que se trata de una razón más que suficiente para justificar el fracaso autonómico. No hay dinero para nada y menos para hacer inversiones en infraestructuras que generen riqueza a medio plazo.
La Junta –como los demás gobiernos autonómicos– se ha convertido en una estructura esclerotizada que consume una ingente cantidad de recursos sólo en mantener en pie su esqueleto. La autonomía se ha esfumado porque no hay dinero más que para pagar las nóminas de los maestros, de los médicos y de los burócratas. Hasta aquí llegamos.
¿Era esto la autonomía? ¿Depender de las decisiones antes de Madrid y ahora de Bruselas para construir los ejes viarios que nos iban a sacar del atraso secular?
En la Grecia del referéndum que puede liquidarnos a todos sin que nos den derecho a voto, la palabra AUTONOMÍA luce en mayúsculas a la espalda del uniforme policial. Es la única autonomía que nos va a quedar: la de cargar con las porras en la mano contra los manifestantes que se rebelan contra quienes nos exigen pagar las facturas de la fiesta en que hemos vivido. Sólo los pobres de solemnidad tienen verdadera autonomía.
javier.rubio@elmundo.es
2/11/11

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