El amigo Manuel Grosso, profesor titular de Derecho Penal, ha advertido inteligentemente en estas mismas páginas sobre la posibilidad de que la condena final del juicio por la desaparición y muerte de Marta del Castillo no se amolde a la idea prefigurada que tiene hecha la mayoría de la población. Justo. Es el momento de desprenderse de los apriorismos, de los prejuicios (etimológicamente, lo que antecede al juicio) y los impulsos irracionales. Puede que para muchos ciudadanos –y para la policía, que es peor- esté todo claro, pero el sistema judicial necesita de pruebas irrefutables y concluyentes que, de momento, no se han aportado. Sólo queda esperar y ver. Y hacerles a los padres lo más llevadero posible el mes y medio que les aguarda.


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