A propósito del recorte de los túneles bajo el Guadalquivir a la altura de Coria del Río que el ministro de Fomento, José Blanco, ha sugerido, se ha invocado la SE-30 como argumento supremo de la cortedad de miras del Ministerio a la hora de proyectar una infraestructura viaria de gran capacidad, que tiene en el puente del Centenario un cuello de botella que el carrilito reversible no logra paliar ni en parte. Pero las cosas sucedieron de otro modo y no precisamente hablan mal del entonces Ministerio de Obras Públicas. Inicialmente proyectada con dos carriles, se decidió ampliar a tres por sentido una vez cimentado el puente de Fernández Ordóñez, lo que hacía inviable (apremiaban los plazos para la Expo 92) la ampliación de la vía en ese punto estratégico.  Así fue.