EA, YA ESTÁ aquí el viernes. Se acabó lo que se daba; vámonos que nos vamos, que empieza lo bueno. De momento, puente festivo por delante y nómina en el bolsillo: lo bien que ha venido la lluvia en Semana Santa para disimular la tiesura. No se vuelve al trabajo hasta el martes por la mañana, después de la noche del alumbrado –un 10 a los creativos de Cruzcampo por eludir eso del pescaíto en su efectiva campaña publicitaria– con todo lo que eso conlleva. No es sólo la desgana tras una noche metido en harina, sino que una de las secretarias se pidió el día; el comercial más joven ha anunciado que va a salir antes porque tiene que recoger a los niños, que no tienen comedor, y el de más edad se quita de enmedio a la hora oportuna con unas gestiones en la calle; el jefe de mantenimiento se toma la semana entera aunque estará localizable si pasa algo gordo y la de Recursos Humanos atiende a una visita de fuera que viene a la Feria y a la que hay que tener entretenida todo el santo día. Y además, el jefe engancha. ¿Quién trabaja en esta oficina?
Eso, el martes. El miércoles es peor, mucho peor, porque la que no tiene un almuerzo con la suegra y se va a la una de la tarde para cruzar Sevilla de parte a parte, llega más tarde porque tiene que dejar a los niños con la abuela. Y el que no se ha buscado un cliente con el que no tiene más remedio que alternar en su caseta, directamente se dedica a vegetar. El jefe, como no engancha ese día porque no le corresponde por matrícula, se dedica a recibir en su caseta particular.
Las gafas oscuras a plena luz del día llegan el jueves, para disimular ojeras y excesos. Lo de los niños sin colegio se convierte ya en un problemón porque al abuelo, ese día, le dan en la caseta del banco un almuerzo de homenaje a los jubilados. Para los prejubilados ya no hay sitio ni en la del Mercantil. Y además, al único administrativo que no pisa la Feria le entra por las puertas la familia política y ya no da pie con bola. El jefe vuelve a enganchar y a la caída de la tarde se quita de enmedio camino de Marbella.
El viernes es festivo para el personal municipal, así que también se lo toma el que lleva la cuenta del Ayuntamiento y su secretaria, porque total, para qué van a venir. El jefe sigue en Marbella, que le sale más barato que quedarse en la Feria.
Eso será la semana entrante. Antes, esta mañana de viernes, en la oficina reina una calma tensa. «Llame dentro de diez días», se escucha decir a una secretaria atendiendo por teléfono a un proveedor de Manchester. ¿Manchester? Qué sitio tan horroroso: allí no tienen ni Feria de Abril.
javier.rubio@elmundo.es
29/4/11

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