Hasta tres modelos matemáticos manejan las juntas de gobierno. Las complejas variables del clima primaveral desmenuzadas para consumo de peritos comerciales, médicos, viajantes, abogados, profesores y eso que antiguamente se llamaba industriales. ¿Va a llover o no? Y el meteorólogo contesta con un porcentaje de probabilidad. Por eso sonaba tan bien el discurso de Maruja Vilches, al frente de los Javieres: una hermana mayor –la primera– que pedía perdón antes de hablar con humildad, que huía de la prepotencia de implorar el milagro y de las explicaciones sobrenaturales de andar por casa. No sonó mal una voz de mujer mandando una cofradía en ese trance. Sólo que se les olvidó echar un vistazo a la calle y levantar la vista de los pronósticos antes de abrir la puerta de Omnium Sanctorum. ¿Y si en vez de tanta predicción se dejaran llevar por la simplicidad del sentido común?