Cuánto tiempo estaría usted, amable lector, dispuesto a esperar a la Amargura en Sor Ángela. Y cuánto tiempo le podría dedicar a la espera de Jesús Despojado, pongamos por caso en una calle tan vistosa y de tanto lucimiento como Zaragoza. ¿Una hora quizás?, ¿hasta hora y media?, ¿quizá hora y tres cuartos hasta la cruz de guía? ¿Y si ahora, en vez de aguardar a pie firme, estuviera todo lo cómodamente sentado que se puede estar en una sillita de playa comiéndose un bocadillo? Y quien dice Zaragoza a las dos de la tarde, dice el Duque a las cuatro o Trajano a las cinco para que llegue la Hiniesta. Todos sentados. Todos inmóviles, esperando el santo advenimiento o lo que tenga que venir. Cualquier día, el chino más avispado se anunciará en la radio: «Olvídese de aquello ya tan antiguo de ‘paso dado es paso ganado’ y pásese a la modernidad: a… ‘Paquita, ábreme la sillita’».

18/4/11