EL CONSEJERO de Cultura, el ex candidato a la Alcaldía de Marbella Paulino ‘Atila’ Plata, que se va merendando las orquestas a la hora del té con sus violines y sus contrabajos cosquilleándole el gaznate, ha anunciado que declarará como bien de interés cultural las sevillanas en medio de un frenesí por el flamenco provincia por provincia para justificar de alguna manera la distinción de Patrimonio de la Humanidad que la Unesco concedió en otoño. ¡Llena ahí, niño! Pero llena el Boletín de la Junta de Andalucía de BIC de todos los colores entre verdiales, zambombas jerezanas, granaínas, fandangos alosneros y lo que se tercie. Sin perder el compás, eso sí.
Plata sabe que con el BOJA puede hacerse un gorro o fumarse un puro, porque para eso lo tiene a su disposición. Y que la inscripción de las sevillanas boleras -tantos saltos agotan, la verdad sea dicha- tiene el mismo efecto que la declaración del ex director general de Trabajo de que los expedientes de regulación de empleo están limpios de polvo y paja. Hombres de paja.
No hay rama de las bellas artes que no haya sentido el tijeretazo de Plata, sin que en este caso se trate de ninguna metáfora lorquiana, sino de la aplicación del recorte presupuestario a todas las actividades culturales de Andalucía. No hay festival, no hay teatro, no hay orquesta, no hay certamen que no haya sentido el frío acero del rejonazo propinado por un consejero al que la cultura le suena a música celestial.
Y aquí en Sevilla, ese mismo consejero que se aplica a cumplimentar en el BOJA lo que haga falta ha dejado al Teatro Maestranza tiritando, ha degradado Santa Lucía de sala de experimentación novel para convertirla en almacén de decorados flamencos, tiene al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo con lo puesto, no ha promovido ninguna exposición digna de tal nombre en el otoño antes llamado cultural, se ha zampado la Orquesta Joven, mantiene con lo justo el circuito de artes esqueléticas antes llamadas escénicas y se le rebrincan los flamencos alejados del perol. Pero eso sí, a partir de ahora, las sevillanas que cantan los chavales en la portada de la Feria con media papalina en lo alto contarán con el rango de protección patrimonial más alto que se concede.
Santa Catalina sigue cerrada ocho años después, en la Casa de la Moneda se recrece un ático, los museos esperan que les llueva el maná del presupuesto, las Atarazanas hay que entregarlas de dote a la Caixa para que las arregle… pero las sevillanas van a ser bien de interés cultural.
Si al menos sirviera para prohibirle perpetrar sus estrepitosas composiciones a los cuatro chonis de turno… Pues ni eso.
javier.rubio@elmundo.es
11/2/11

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